Hoy por hoy, disfrutando mi regalo, el pascuero se adelanto y me impresiono y disfrute de un domingo sin igual, sucedieron muchas cosas. Después que la Doña arrasara cual huracán con toda la casa, dejando un aire de destrozo bastante evidente, nos dispusimos a relajarnos, viajando en tren y que nos llevara algún lugar. En el trayecto pensando en una maleta, una Cleta, hacía mucho tiempo que no tenía donde movilizarme. A Juan le había comentado mis ganas de sacar licencia para conducir, el fin de semana me estuvo convenciendo de subirme a la moto, aunque para mi porte y peso es muy complicada, pesa demasiado, o sea ni pensar en sacarme la cresta, en pasaje cerrado y sin nadie que moleste algo la llevo, pero ni pensar en el Mundo Real y Las Micros. Ni Ca.....
Recorrimos varios lados y de pronto me tienta me da dos opciones, sin dudarlo dije cleta, obvio, igual me sentía culpable, aunque me faltaba un compañero para cicletear. Me dice esta es linda y para tú porte, te falta un casco, voy por uno, yo mientras lo esperaba fuera de la tienda, cerquita de un guardia por acaso, no vaya a venir un amigo de lo ajeno y me cague, decía yo para mis adentros.
Más contenta que perro con pulgas, me quebrara arriba de mi juguete, y en eso aparece Juan con otra Bicicleta, igual, tan linda como la mía.
La Doña programando los paseos. Los tres tenemos bicicleta Ahora podemos estar todos juntos Decía. Salimos contentos, airosos y victoriosos, ninguno tenía cleta excepto la cata, A mi me prestaron una, en esa hacía mis andanzas, pero no tenía propia, desde que tenía 12 años cuando cagaron a mi tío y lo cogotearon por panamericana. Era azul y un asiento blanco Una CIC parece era la marca.
Al entrar al metro se Acerca el señor guardia, y nos dice que no podemos entrar con bicicletas, nosotros dándoles las explicaciones del caso, son nuevas, mostramos la boleta, estaban armadas y envueltas en cartón los logos con cintas y huinchas que ponen en las tiendas. Y no pudimos entrar, las nuevas políticas y Bla bla bla, decía el guardia que no era mala onda, ni falto de criterio, aunque para mis adentros fue un descriteriado, y me sentí pasada a llevar como usuario.
Aunque no me moleste, respire profundo, traté de dar órdenes de cordura, mientras la doña revoloteaba y jugaba.
Con Juan nos mirábamos y llegamos aun acuerdo en que el hombre era un imbecil, pero después repusimos en que él no era el culpable, nos reímos por qué el guardia halago nuestras bicicletas pero aún así no podíamos pasar. Así que nos miramos y le dije vamonos pedaleando, el trayecto era largo, pero filo no podía hacer nada más que pedalear a casa.
Así que hicimos toda una travesía en cleta, chocando las micros, y cagándonos de la risa. Día domingo familiar y en cleta.